viernes, 31 de octubre de 2008

El cine en casa (II)

Tal y como comenté en una entrada anterior, las series de televisión han dado en los últimos años un enorme salto cualitativo, entre otras razones por el traspaso de escritores del cine a la televisión así como la búsqueda de mayor reconocimiento, control y prestigio que los guionistas suelen obtener en las teleseries.

Otro de los motivos por el que las series estadounidenses parecen haber incrementado su calidad y, sobre todo, su nivel interpretativo lo tiene el paso de muchos actores, más identificados con el cine, al ámbito televisivo.

El que un actor de televisión de el paso a la gran pantalla y obtenga éxito y prestigio no es algo demasiado frecuente. Son medios muy diferentes y muy endogámicos en los que se mira con recelo al actor televisivo como de categoría menor.
Pues no, no es el hombre sin nombre.

No es raro, sin embargo, que los actores den sus pinitos en televisión, pero normalmente es un paso más en sus carreras. Así tenemos casos como los de Clint Eastwood, Nick Nolte, Denzel Washington o Johnny Deep que, en sus comienzos, alternaron series con pequeños papeles en el cine y, si hay que recordar un par de actores cuyo triunfo televisivo les abrió con puertas de oro su paso a la gran pantalla, no podemos olvidar a Bruce Willis y George Clooney.

Sin embargo suelen ser casos aislados, un éxito televisivo no siempre implica repetir en el cine y así lo atestiguan gente como Tom Selleck, Ted Danson, David Caruso o Rob Morrow cuyo paso al séptimo arte es más bien discreto y han tenido que volver, con el rabo entre las piernas, al medio donde conocieron mejores momentos. Y eso por no hablar del elenco de Friends al completo.

Sin embargo en los últimos tiempos la tendencia parece haberse invertido. Actores de todo pelaje, desde estrellas consagradas a viejas glorias o actores de reparto habituales, se está produciendo un auténtico trasvase de figuras de la gran pantalla a la pequeña.

No es raro que actores en el ocaso de sus carreras, con la fama dándoles la espalda o intentando reverdecer una carrera moribunda se encaminen a las productoras televisivas buscando su momento. El mejor ejemplo está en George Peppard, un actor casi olvidado que consiguió el mayor éxito de su carrera y el papel por el que siempre será recordado.
Anibal desayunó con diamantes... y con Audrey.

Hoy día, muchas series de nuevo cuño recurren a actores cuya carrera está en declive para dar un toque de distinción a su programa. Así un actor ochentero cuyo mayor mérito fue protagonizar la primera adaptación de El Silencio de los Corderos se convierte en un personaje que ya es mítico, el Gil Grissom de C.S.I.


William Peterson con varios años y kilos menos.

Otro actor en horas bajas, Treat Williams, logra un importante éxito con Everwood, Gabriel Byrne ofrece su estoica personalidad en la serie de HBO En Tratamiento, Jeff Goldblum no tiene éxito con su Raines, cosa que no les ocurre a Mary-Louise Parker y Elizabeth Perkins en Weeds, Mandy Patinkin compagina sus gorgoritos con temporadas en series como Chicago Hope, Tan Muertos como Yo o Mentes criminales.


"Hola, me llamo Iñigo Montoya, tu mataste a mi padre. Preparate a morir".

Peter Coyote lo intenta con Los 4400 y The Inside. Sally Field triunfa en Cinco Hermanos. Andrew McCarthy y Patrick Dempsey nos hacen olvidar sus papeles en comedietas ochenteras en Weeds y Anatomía de Grey respectivamente. Un semidesaparecido Tom Berenger resurge en October Road, Alec Baldwin obtiene reconocimiento y premios en Rockefeller Plaza al igual que Glen Close en The Shield y Damages al igual que la Oscarizada Holly Hunter con su Salvando a Grace.

Cuando soy buena soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mejor.


Geena Davis, Martin Sheen y Mary McDonnell ejercen como presidentes en la pequeña pantalla mientras que Charlie Sheen, Kiefer Sutherland, James Spader triunfan en diferentes registros y James Woods y Denis Leary consiguen series hechas a su medida.

Luego estarían esos actores que compaginan el cine con apariciones estelares en diversas series como Forrest Withacker en The Shield, Rebeca de Mornay en Urgencias, El Abogado y John Form Cincinnati o Donald Sutherland en Dirty Sex Money. Pequeños parentesis que no presagian un cambio definitivo en sus carreras.


¿Televisión? Venga hombre, que acabo de ganar un Oscar.

Aún dejándome más de uno olvidado lo que está claro es que en estos momentos la televisión vive días de gloria en los que buenas historias con mejores actores que aportan caras reconocibles y carreras prestigiosas, engrandecen las series que llegan a nuestros televisores.
Si esto no es cine en casa...

jueves, 30 de octubre de 2008

A eso digo: ¡NO! (III)

Gracias pero no tengo problemas eréctiles.

Lo siento, pero no tengo ninguna cuenta en su entidad así que no voy a entrar a su página para darle mis claves de usuario.

Muy tentadora su oferta de sexo gratis pero ando servido.

Lo sienta pero mi no pretende de trabajo en la sua empresa multimillonaria today.

Apadrinaría un niño pero desde luego no en su desconocida organización.

¿Me ha tocado un viaje al Disney World de Orlando? Pues gracias, pueden enviarme los pasajes de avión y bonos de hotel a este mismo mail.

¿Y ahora me ha tocado una millonada en una Lotto de un país que nunca he visitado? Extiendan su cheque a mi nombre y envíenmelo a casa. Muy agradecido.

Muy interesante su oferta de Rollex a 100 euros pero creo que paso.

No me vendría mal adelgazar pero no creo que sus medicamentos ilegales sean lo más aconsejable por mi endocrino.

Lo siento, no entiendo el esperanto o lo que sea esa jerga que utiliza.

Yo fui un Marvel Zombie adolescente



El primer cómic Marvel que leí fue un Spiderman en aquellos tomitos que editó Vértice. Precisamente se trataba del número siguiente a la muerte de Gwen Stacy lo que tuvo dos consecuencias:
1ª Que uno de los momentos más importantes de la historia Marvel perdiera toda su trascendencia para mí.
2ª Que acabara totalmente enganchado para siempre a esos tebeos.

Y es que, habituado a mis lecturas infantiles de Mortadelos y relatos ilustrados, encontrar una historia en la que al protagonista acaban de matarle a la novia y, para colmo, al volver a casa se encuentra a su mejor amigo en un cuelge de drogas fue todo un shock para mi.

Y lo mejor es que la historia no acababa sino que se anunciaba un nuevo número en el que continuaría. Por no hablar, claro, que el protagonista llevaba un dizfraz, tenía superfuerza, se pegaba a las paredes y lanzaba telarañas.

Hoy en día, con internet, consolas, decenas de canales de televisión y películas con efectos especiales asombrosos la magia es algo tan habitual en la infancia que, con pocos años, los niños casi han perdido su capacidad de maravillarse. Pero para mí, que por entonces teníamos un televisor en blanco y negro en el que sólo se veía un canal (el UHF no lo cogía nuestra antena) y el cine consistía en auténticas batallas campales de pequeñuelos en sesiones infantiles con lo "ultimo" de los Hermanos Marx o Tarzán, aquel pequeño librito con viñetas era una ventana a todo un mundo maravilloso.

Como los recursos económicos de los que disponía por aquellos años se limitaban a "la paga" que mis padres me daban los viernes solía juntar aquellas pocas pesetas con mi hermano mayor y las invertíamos en la papelería del barrio donde, a cambio de 25 pesetas y un tebeo, te sacaban un montón del que podías elegir un tebeo que solíamos leer unas mil veces antes de volver a cambiarlo por otro.

Aquellas pilas de tebeos eran totalmente arbitrarias y podías encontrar desde los típicos Mortadelo y Zipi Zape a los tebeos para niñas como Lilí y Esther (que solía leer con bastante curiosidad, por cierto), los Jabato o Capitán Trueno o aquellos Clásicos Ilustrados que adaptaban a viñetas libros clásicos de la literatura... y de vez en cuando, aparecía algún Spiderman o Vengadores. Eran la joya de la corona y, por norma general, cuando encontrábamos uno lo conservábamos para siempre, lo que nos obligaba a ahorrar un poquito para poder comprar algún Mortadelo que luego poder cambiar.

Y es que, al igual que ahora curiosamente, encontrar cómics de Superheroes en los quioscos o papelerías no era algo habitual.

Solía recorrerme prácticamente todo Getafe junto a mi hermano en lo que llamábamos "la caza" que consistía en visitar la totalidad de quioscos en busca de algún tebeo de superheroes. Aún recuerdo nuestro asombro al encontrar un quiosco, más o menos en el quinto pino, con su vitrina repleta de números de Los Vengadores ¡y a color!. Nada menos que las primeras historias de Stan Lee y Kirby, con el encuentro del bloque de hielo donde permanecía el Capitán América y hasta que se produce el primer cambio de alineación en la serie tras la llegada de Ojo de Halcón... el nirvana. Creo que aquel día perdimos nuestros ahorros de varias semanas. Y mereció la pena.

Luego llegaría Forum, con sus ediciones de "material cronológico e inédito" que a mi me sonaba a chino pero que parecía algo muy importante. Primero cayó, cómo no, Spiderman y luego vendrían La Masa, Los Vengadores y Los 4 Fantásticos. Nunca fui muy de Conan y tendrían que pasar algunos años para que me hiciera con la serie (que por cierto, idiota de mi, vendí en el rastro de Madrid por 500 pesetas).

Tal vez fuera la casualidad pero la editorial Planeta-Forum, tuvo la suerte de empezar sus ediciones en uno de los mejores momentos creativos de Marvel. Spiderman estaba en plena etapa con guiones de Roger Stern y dibujos del primerizo John Romita Jr., La Masa con guiones de Bill Mantlo y dibujos de Sal Buscema, un dibujante que para mí fue el mejor durante muchos años, Los Vengadores nos daban los números de el Conde Nefaria con dibujos de Byrne y luego la saga de Korvak con aquella memorable viñeta en la que el ¿villano? se cargaba a una veintena de Vengadores de un plumazo y en Los 4 Fantásticos leímos la trágica historia de Esfinge.

Eso hizo que desapareciera cualquier atisbo de duda antes de embarcarme en la compra y coleccionismo de cómics Marvel.

Aunque nunca hice ascos a los tebeos de otras editoriales como First, DC o Eagle, lo cierto es que sus ediciones fueron más bien escasas y erráticas y apenas podían competir con los tebeos de Marvel.

Sólo la llegada de la editorial Zinco, publicando el sello DC, me haría ser infiel a mi amada Marvel, abriéndome a todo un nuevo universo de maravillas que hoy en día sigo compaginando con los superheroes de mi infancia.

martes, 28 de octubre de 2008

A eso digo: ¡NO! (II)


¿Cuándo se enterará la gente que hasta que no se emita en formato 16:9 para ver la televisión en condiciones hay que configurar bien la pantalla de sus televisores panorámicos?

Así sí. La imagen mantiene sus proporciones correctas sacrificando los laterales.


Así no. La imagen se ve aplanada ¿a tí te parece normal ver la tele de esta manera?


Así tampoco. La imagen expandida no se deforma pero cortamos
por arriba y por abajo, ¿no ves que no aparecen rótulos ni subtítulos?


El cine en casa.

No, no voy a hablar de los sistemas Home Cinema sino de series de televisión.

Y es que, hoy por hoy, el mejor cine se hace en forma de teleseries.

Debemos remontarnos a 1981, año del estreno de una serie mítica Hill Street Blues, título que es un juego de palabras intraducible entre el color del uniforme de los policías y blue como estado de ánimo (triste).


Creada por Steven Bochco y Michael Kozoll supuso, no sólo una renovación de las series policíacas sino de la estructura de las propias teleseries hasta ese momento.

Aunque series como El Fugitivo o El Prisionero ya habían presentado tramas continuadas entre episodios, sí es cierto que estas quedaban diluidas en episodios autoconclusivos. Generalmente las series de la época, especialmente las policíacas (Starsky y Hutch, McCloud, Colombo, Kojak...) presentaban un caso por episodio y su relevancia en posteriores capítulos era nula. Los personajes eran más bien estáticos y apenas había una evolución o tramas personales complejas.

Hill Street rompió con todo eso, a pesar de que cada episodio transcurría en un único día (era común empezar pasando revista a los casos del día y terminar, de noche, generalmente en casa del capitán Furillo) las historias continuaban incluso a lo largo de varios episodios, los protagonistas tenían problemas personales que arrastraban incluso a lo largo de toda la temporada y se apreciaban cambios y evoluciones en su personalidad.

Era el comienzo de las series-río en las que la serie en si no era sino un enorme film de varias horas de duración.


Steven Bochco repetiría el sistema en La ley de los Ángeles donde colaboraría con otro grande de la televisión David E. Kelley que copiaría su formula en series como El abogado o Boston Legal.


Ya en tiempos más cercanos otra serie revolucionaría la forma de entender la televisión: Los Soprano, pero antes existiría otra serie que le abonaría el camino: Doctor en Alaska.

Si bien Doctor en Alaska fue creada por Joshua Brand y John Falsey, uno de sus principales guionistas fue David Chase. Aunque no se trata exactamente de una serie-río sí que se centra en las vivencias personales de una gran diversidad de personajes en los que, como en la vida misma, se aprecian cambios y una cierta evolución. Sin embargo las historias suelen ser autoconclusivas y las tramas personales no marcan tanto el tono de la serie.

Finalizada la serie, un tanto precipitadamente tras el cambio del protagonista principal en su última temporada, David Chase presenta un nuevo proyecto a las televisiones.

Dado que la serie se ambienta en el mundo de la mafia y tiene un importante contenido de violencia y sexo recaba en el canal por cable HBO, un canal de pago de menor difusión pero menos ceñido a la autocensura de los canales generalistas.


Y así nace Los Soprano la historia de una familia de mafiosos de bajo nivel.

Los Soprano sólo puede concebirse como un largometraje de 70 horas de duración. Los episodios raramente se pueden considerar autoconclusivos e incluso las temporadas suelen tener finales más bien anticlimáticos que no cierran tramas abiertas. Sólo un visionado continuo de sus seis temporadas (o siete si consideramos que la sexta está dividida en dos partes) nos dan una visión de conjunto de toda la serie y la cierran como si de una enorme película se tratara.


HBO repitió éxito con A dos metros bajo tierra, serie en la que nuevamente presentaba a una familia, esta vez dueños de una funeraria. Si bien en cada episodio se nos presenta una nueva situación (una muerte y el consiguiente entierro), estos son meramente accesorios y apenas sirven como anécdota a lo que realmente trata la serie: la muerte y cómo afecta a nuestras vidas. Nuevamente tenemos una serie en la que las relaciones interpersonales son la verdadera razón de ser hasta llegar a un episodio final con uno de los más hermosos finales que ha visto un servidor.


La cadena HBO puede presumir de haber creado algunas de las mejores y más importantes series y miniseries de los últimos años: Hermanos de Sangre, Epitafios, Roma (junto a la británica BBC y la RAI italiana en la producción), Deadwood, Sexo en Nueva York, Larry David, OZ, The Wire, Ángeles en América, Carnivale y Big Love. Todas ellas con una calidad muy por encima de la media.


Pero, ¿a qué es debido todo esto? ¿porqué hoy en día la televisión ofrece productos de mayor calidad e interés que el cine?


Para ello nos debemos remontar a 1988 y la huelga de guionistas, con John Patrick Shanley, escritor del guión de Hechizo de Luna como uno de los promotores, los guionistas reivindicaron una mayor tajada en los beneficios de las películas y, sobre todo, ser más destacados como creadores y no ver que un guión suyo se convirtiera en “Una película de... el director de turno”.


El acuerdo llegaría pero se produjo un efecto dominó que propiciaría el paso de diversos escritores a la televisión.


En las series de televisión el trabajo del director es más bien anodino, el poco tiempo de los rodajes entre capítulos y la férrea estructura televisiva con un montaje más bien esquemático y poco dado a las florituras hace que su labor quede más bien escondida. No es raro que muchos actores den su primer paso detrás de las cámaras dirigiendo episodios de las series que protagonizan (u otras como Laura Innes actriz de Urgencias y directora de episodios de House) y tampoco que directores venidos a menos como Emilio Estevez, Mario Van Peebles o Deran Serafian acaben su carrera como directores de teleseries. Curiosamente dos actores de Canción triste de Hill Street, Charles Haid (Renko) y Betty Thomas (Lucy) son ahora habituales directores de series de televisión. También resulta significativo encontrar a un director como Juan Jose Campanella, director argentino de películas como Luna de Avellaneda, El hijo de la novia o El niño que gritó puta o la serie de producción española Vientos de Agua tras las cámaras en series como House o Rockefeller Plaza.


Por contra los guionistas tienen mucho más reconocimiento en televisión donde el rótulo “Creado por..” suele acompañar a su nombre, dirigen los equipos de guionistas y llevan el timón de la serie a donde ellos desean... siempre que no topen con la productora o los índices de audiencia.


Así se ha provocado un exilio masivo de escritores del cine a la televisión, lugar donde obtienen mayor reconocimiento, mejores sueldos y mayor libertad creativa y donde no tienen que pelear contra el ego de directores que destrozan sus escritos hasta hacerlos irreconocibles.


Tampoco nos engañemos, no toda la televisión que se produce en Estados Unidos es tan maravillosa, la telebasura alcanza unas cotas que nosotros, todavía, no hemos alcanzado y las series aparecen y desaparecen como setas. Aquí nos llegan, la mayoría, tras pasar la criba crítica de los espectadores americanos y sus índices de audiencia, pero también tienen sus teleseries infumables, series canceladas a los dos episodios o aquellas dirigidas a un público difícilmente trasladable fuera de sus fronteras.


¿Y en España? Pues salvo honrosas excepciones seguimos con nuestras Aida, Escenas de Matrimonio y Física y Química. Los tiempos de Anillos de Oro o Turno de Oficio han quedado muy atrás y, aparte de copiar fórmulas americanas como con Hospital Central (Urgencias), El Comisario (Hill Street Blues), Un Paso Adelante (Fama), Cuentame Cómo Paso (Aquellos Maravillosos Años), Periodistas (Lou Grant), MIR (Anatomía de Grey), RIS Científica (C.S.I) o Ana y los siete (The Nanny), pocas series pueden hacer sombra, en calidad, originalidad o presupuesto a las series yankies.

lunes, 27 de octubre de 2008

A eso digo: ¡NO! (I)


¿Se han planteado alguna vez los supermercados poner toma de tierra a los carritos de la compra?
¡Atención emprendedores! He ahí una oportunidad de negocio.




Caramales y cocretas

Hasta hace poco todos pensábamos que eso de la restauración era un periodo histórico o arreglar cuadros estropeados, pero de un tiempo a esta parte hemos descubierto que se trata de algo relacionado con los restaurantes.


El mundo de la restauración tienen una variedad sin límites que van desde los precios astronómicos a los menús de comida rápida.

Resulta curioso que con la llegada de la Nouvelle Cuisine el placer de comer se ha convertido en una experiencia más cercana a la arqueología que a eso de matar el gusanillo.

Adentrarse en la nueva cocina implica desentrañar los misterios más arcanos para descifrar qué demonios es eso que estamos comiendo. Comprender que los sabores que degustamos no tienen por qué estar relacionados con el aspecto de lo que comemos y saber descubrir qué cubierto es el más adecuado para cada plato.

Unos platos en los que la proporción Tamaño de Plato-Cantidad de Alimento es de 100 a 1 y en los que, por arte de misteriosos métodos alquímicos, una tortilla que se ha quedado corta de huevo y, encima, este no ha cuajado bien, se convierte en una Tortilla Deconstruida.

Donde descubrimos que esa “Sorpresa de ensalada” se trata de una hoja de lechuga, una de col, una rodaja de tomate y unas extrañas hierbas y ramitas y que la sorpresa viene después cuando pides la cuenta.

Una cocina en la que términos como “espuma”, “licuado”, “trufado”, o “caramelizado” son la norma y con la cual conseguiremos mantener la linea adelgazando al mismo ritmo que nuestra cartera.

Espuma de delicia trufada y caramelizada servida en plato de ducha

Luego entraríamos en esa otra categoría de restaurantes denominados Asadores.

Asociados a domingueros y excursiones por la diversa geografía española son la excusa perfecta para recuperar esos kilitos que podamos haber perdido tras una mañana de paseo por un “pueblecito precioso que me ha recomendado ver un amigo”.

Decir “asador” es lo mismo que decir “carnaza”, unos platos en donde la carne a la brasa debe llenar nuestro plato hasta decir basta, unos platos en los que las patatas asadas nunca deben faltar y que siempre acompañaremos con una ensalada “para no engordar”. Siempre puede haber algún despistado que pregunte si hay algún pescado en el menú pero sólo obtendremos una mirada asesina del camarero acompañada de un “lo siento pero ya se nos ha acabado”.

Toda buena comida en un asador debe estar regada abundantemente por un vino de la casa todo lo cual nos dará el trinomio digestión pesada-alcohol-sueño que tantos y tantos accidentes provocan los fines de semana.


Después tenemos los restaurantes con Menu a la Carta, elaboradas cartas con páginas y páginas de una variada selección de pastas, carnes y pescados a precios astronómicos que harán que, finalmente y tras evaluar nuestra cuenta corriente, nos decidamos por una ensalada “para compartir” y el plato de carne más económico de toda la carta. Cosa que tendría su buen resultado si no fuera por la temible carta de postres que provocará que el resto del mes comamos de menú cutre hasta la siguiente paga cuya llegada celebraremos con una nueva visita al restaurante y vuelta a empezar.



Ahora vienen los maravillosos restaurantes de Menu del Día, sitios llenos de obreros de la construcción y camioneros donde podremos elegir entre varios primeros y segundos, vino o agua y postre o café por un precio módico generalmente inferior a los 10 euros. La cocina de estos restaurantes es de lo más variada, podemos elegir entre salado o muy salado, grasiento o aceitoso y, con suerte, podremos elegir entre patatas o ensalada de acompañamiento a carnes y pescados. Todo ello en cantidades industriales y regado con vino de mesa y Casera. Si eres camionero o albañil no debe faltar la copa de orujo antes de echar mano al volante o subir al andamio.

Yo, gaspacho y pollo ala jillo

Pero no nos confundamos, dentro de los restaurantes de Menú del Día aún hay clases y podemos encontrar sutiles diferencias que nos darán idea de su categoría. Podemos encontrar servilleta y mantel de tela o de papel, mesa sólo con cubiertos o con platos que se nos retiran con cada nuevo plato del menú, cubiertos que debemos reutilizar desde el primer plato hasta el postre o que nos son retirados con cada nueva incorporación y hasta, si sabemos buscar, lograremos encontrar restaurantes en los que postre y café no incrementen el precio final.

Son restaurantes entrañables en los que he encontrado momentos antológicos como aquel en el que tu mismo tenías que ponerte la mesa cogiendo mantel, cubiertos y servilletas de un montón o aquel otro en el que encontré un día un pelo de gamba en las natillas y otro un tornillo tras lo cual, tras preguntar al camarero cómo era posible que hubiera un tornillo en las natillas me contestó, estoico él, con un “es que estamos de obra en la cocina”.

Los restaurantes de Menu del Día ofrecen la misma opción los fines de semana con la salvedad que estos días nos los encontramos llenos de familias y turistas y el precio se ve incrementado en un 25%.


También están los restaurantes internacionales en los que latinoamericanos, turcos, italianos y asiáticos son los reyes. Comida con toques exóticos y étnicos a buen precio de la que renegaremos a los pocos meses de ir siempre a los mismos sitios.

Los restaurantes internacionales se dividen en dos categorías: los de “me he puesto como el Kiko” o los de “lo malo es que esto llena pero en una hora vuelves a tener hambre”.

Suelen ser la opción ideal para ir a cenar ya que sus precios suelen ser bastante asequibles, admiten grupos de muchos comensales y cierran tarde.


Tenemos también los restaurantes de comida rápida, lugares donde, tras guardar una larga cola y ser atendido por un pobre estudiante que cobra el salario mínimo nos sirven una pizza o hamburguesa reseca y medio fría acompañada de unas patatas de las congeladas más bien blandurrias y un refresco aguado con doscientos cubitos de hielo.


Y finalmente encontramos la joya de la corona, los bares de tapas o raciones. Aquí tenemos enormes listados de suculentos platos y bocadillos repletos de grasa y calorías. Cocinados en freidoras cuyo aceite pasa de estado líquido a sólido cuando se enfría y planchas ennegrecidas de las que se retiran los restos carbonizados del plato anterior a golpe de espátula y cortafrios. Deliciosas variedades de raciones que van desde las patatas bravas que en realidad son patatas fritas con una salsa obtenida a base de mezclar ketchup y tabasco a exquisitos calamares y croquetas congelados antes y después de fritos. El elixir adecuado para degustar tan delicados platos suele ser el mini de cerveza o la sangría y es el acompañamiento perfecto antes de una noche de botellón. Todo ello servido por camareros que rozan la tercera edad que anuncian a cocina el pedido a grito de “una de caramales y otra de cocretas”.

Ración de "caramales". Obsérvese la delicada colocación de cada pieza en la forma conocida como "que parezca que hay más".


Y es que, como en casa de mamá, en ningún sitio.

domingo, 26 de octubre de 2008

Watchmen: ¿Quién vigila a los vigilantes?


http://www.iwatchstuff.com/2007/05/22/watchmen-casting.jpg
Escribir a estas alturas algo original sobre Watchmen es tan inútil como hacerlo sobre El Quijote. Desde su publicación hace ya más de 20 años han corrido ríos de tinta sobre este cómic y ha sido analizado y exprimido al máximo. Así que abordaré este texto desde mis recuerdos, sensaciones y un batiburrillo de todo lo que he leído sobre esta gran obra.

Huelga decir que si no sois aficionados al cómic en este tebeo encontrareis motivos más que suficientes para tener en vuestras manos una de las obras cumbres del género. Algunas listas de esas a las que son tan aficionados los americanos lo han situado entre los 100 mejores textos de habla inglesa desde 1923. ¿Exagerado? Leed y juzgad.

-Un poquito de historia.

En Estados Unidos dos son las editoriales más importantes de cómics: Marvel y DC. Centradas en los superheroes principalmente han dominado el mercado desde mediados de los 60. Ha habido muchas otras editoriales y, en la actualidad, varias sobreviven muy dignamente en el mercado (Image y Dark Horse principalmente).

Pero muchas cayeron por el camino, una de ellas, Fawcett, madre del inolvidable Capitán Marvel (Shazam! para los amigos) sucumbió a diversos pleitos con DC por plagio y, finalmente, tuvo que vender los derechos de sus personajes para sobrellevar la ruina.

Otra de ellas, Charlton, sufrió similar suerte. Fundamentada principalmente en los trabajos de Steve Ditko tras su marcha de Marvel tras alzar a Spiderman, no sobrevivió al acoso de las dos grandes y también acabó vendiendo los derechos de sus personajes a DC.

DC se encontró con varios personajes sin demasiado interés pero con la obligación de publicar algo con ellos o perdería los derechos sobre ellos.

Y así nace el proyecto de Watchmen. Alan Moore, guionista británico que trabajaba en ese momento en la editorial llevando a la gloria a La Cosa del Pantano fue el autor elegido. Su proyecto pretendía una actualización de los personajes de Charlton. Sin embargo DC cambió de planes y decidió su integración en el universo superheróico de la editorial lo cual no encajaba con la idea de Moore de la historia.

Así nacerían las series (y miniseries) de Capitán Átomo, Question y Peacemaker y tanto Blue Bettle como Nightshade pasarían a formar parte de La Liga de la Justicia y el Escuadrón Suicida respectivamente.

Por su parte Moore tomaría elementos de dichos personajes dando lugar a Dr. Manhattan (Capitán Átomo), Rorschach (Question), Búho Nocturno (Blue Beetle), El Comediante (Peacemaker), Espectro de Seda (Nightshade con toques de Lady Phantom y Canario Negro) y Ozimandias (Thunderbolt)
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Los Minutemen de Watchmen...

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...y los heroes de Charlton ¿quién es quién?

-La historia.

Watchmen no es una historia de superheroes, excepto Dr. Manhattan ningún personaje tiene poderes extraordinarios. Es un drama con elementos de policíaco y ciencia-ficción sobre unos antiguos héroes en su peor momento tras ser prohibidas sus actividades.

Watchmen nos sitúa en una ucronía en la que Nixon no sucumbió al caso Watergate, Estados Unidos ganó la guerra de Vietnam (gracias a la intervención de los Minute Men) y la guerra fría está en su momento más tenso. Sólo Dr. Manhattan y El Comediante permanecen activos trabajando para el gobierno, Ozimandias es un empresario que vive aislado del mundo, Rorschach, desquiciado, actúa en la clandestinidad, Espectro de Seda vive con un Dr. Manhattan que ha perdido todo atisbo de humanidad y Búho Nocturno sufre la decadencia de quién vivió momentos gloriosos.

La historia se inicia con el asesinato de Edward Blake, la investigación de Rorschach nos descubre que se trata de El Comediante y pronto se verá envuelto en una intriga que le llevará a prisión. Mientras que los personajes van descubriendo detalles de su pasado descubriremos que todo forma parte de una gran conspiración para “salvar el mundo” y la mano tras todo ello.

-Estructura.

Watchmen tiene múltiples niveles de lectura y diversos detalles y recovecos a descubrir. Continuos flashback nos van situando en una historia que comienza abruptamente sin puntos de referencia para el lector. Hay un número en el que descubrimos que Dr. Manhattan no percibe el tiempo de modo lineal y que está narrado sin referencias temporales saltando del pasado hasta el futuro del mismo modo que el personaje ve el mundo. Otro, titulado”Aterradora simetría” está dibujado de tal modo que la disposición de viñetas de cada página es simétrica a su opuesta (la primera de la última, la segunda de la penúltima...). En la trama se inserta un cómic de piratas que lee un chico y Moore se las ingenia para que situaciones y diálogos se integren a la historia principal al mismo tiempo que la historia se convierte en una analogía de uno de los personajes y su destino final.
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Aterradora simetría.

Hay multitud de citas y referencias a obras literarias, canciones, series de televisión; diversas obsesiones y guiños como los relojes, la letra X y las simetrías, la seta nuclear o el célebre Smiley y cada número concluye con varios textos de prosa que van desde diarios, extractos de (ficticias) novelas, informes policíacos e incluso un ensayo sobre... los búhos. Todos aportan información relevante y complementaria formando un todo.
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Diversos smileys repartidos en la obra.

-Los autores.

Alan Moore es Dios. El mejor guionista de cómics de todos los tiempos. Autor de V de Vendetta, From Hell, La Liga de los Caballeros Extraordinarios (olvidad las películas), Top Ten, Capitán Britania, La Cosa del Pantano, Promethea o Miracleman es considerado el más importante autor de cómics de todos los tiempos, referente del cómic adulto, imaginativo, divertido (no olvidemos Dr & Quich o sus historias de paradojas temporales) y genio sin paliativos. Amén de un tipo extraño y curioso, aficionado a la magia (en el sentido místico, no ilusionista) y a las performances.
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Moore y señora, menuda parejita.

Dave Gibbons dibuja la historia, un dibujante limpio y competente pero sin grandes alardes que se pliega a los detalladísimos guiones de Moore (hablan de varios folios para describir una viñeta). Una elección adecuada que, sin embargo, es lo más deslucido en una obra que en manos de un Bolland, Alex Ross o Gene Ha hubiera alcanzado cotas aún mayores.

-Edición, recuerdos e impresiones.

En España, con algo de retraso, Watchmen fue editado por la tristemente desaparecida editorial Zinco. En nuestro país siempre ha habido una mayor disposición a editar cómics Marvel y las ediciones de DC han sido escasas, caóticas e irregulares. Por aquel entonces Zinco había tomado las riendas editoriales y la cosa no pintaba demasiado bien, publicaciones poco interesantes sin el menor contacto con el lector. Pero la llegada de Miguel G. Saavedra y Sergio Pradera (Sergi Gras) había cambiado la tendencia y la lógica parecía haber llegado. DC vivía su mejor momento creativo en décadas y los españoles podríamos disfrutarlo.

Una extraña publicidad inundó las contraportadas con la leyenda “¿Quién vigila a los vigilantes?” y pronto Watchmen llegó a los quioscos.

Reconozco que por aquel entonces no estaba preparado para lo que me encontré. Había leído maravillas sobre este cómic pero yo, acostumbrado a los sencillos héroes en mallas, no estaba preparado para aquél número uno: Un relato en el que, tras un crimen inicial, unos desconocidos personajes se dedicaban a hablar sobre el difunto y recordar un pasado común que desconocía por completo.

Tendrían que aparecer el resto de entregas para poder entender la historia y poder apreciarla como merecía. Y vaya si lo merecía. Pronto se convirtió en mi cómic favorito y cambiaría para siempre mi modo de ver el cómic abriéndome paso a nuevas lecturas más “profundas” como el cómic underground, europeo o independiente.

Desde entonces ha sido reeditado numerosas veces, por Glenat en una infumable edición “a la europea”, Norma Editorial y, hace poco, la edición “definitiva” por parte de Planeta en un monumental tomo, recoloreado y con numerosos extras.

Si no has vuelto a leer un cómic desde Mortadelo, si crees que los tebeos son para niños, si consideras que es un arte menor... ¡DEBES LEER WATCHMEN!

-La película.

Años llevábamos los aficionados esperando una adaptación a la pantalla entre espectación y temor. Tras la dura pugna de Terry Gilliam a sido finalmente Zack Snyder el que dará carne y hueso a los Minutemen.

Todo lo leído augura que, al menos en lo visual, se respetará la obra de Moore y visto los resultados de "300", la anterior película de Snyder y con Sin City como referente parece que no seremos decepcionados.

De momento ya tenemos algunas imágenes de los trajes y, aunque algunos no convencen demasiado, otros son exactamente igual que en el papel. Lástima de Ozimandias que pierde sus referentes egipcios por un traje "batmanizado".

Una de Zombies

¿Cuántas horas al cabo del día pasas viendo la televisión?
¿Cuándo fue la última vez que cualquiera de nosotros de verdad hizo algo para conseguir lo que quería?
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que cualquiera de nosotros necesitó algo de lo que quería?
El mundo que conocíamos ya no existe.
El mundo del comercio y las necesidades superfluas ha sido reemplazado por un mundo de supervivencia y responsabilidad. Una epidemia de proporciones apocalípticas ha barrido la Tierra haciendo que los muertos se levantes y se alimenten de los vivos.
En cuestión de meses la sociedad se ha desmoronado, sin gobierno, sin supermercados, sin correo, sin televisión por cable.
En un mundo gobernado por los muertos, por fin nos vemos obligados a empezar a vivir.

Con este texto de contraportada se presenta la serie "Los muertos vivientes" al público español.
Esta obra del guionista norteamericano Robert Kirkman ha supuesto toda una revolución a un subgénero de terror que parecía agotado y que, en cine, ha necesitado ser enfocado desde otros puntos de vista (virus, mutaciones, experimentos genéticos) para parecer renovado.

Robert Kirkman es un joven guionista que, desde hace pocos años, ha dado un soplo de aire fresco al género superheroico con su serie "Invencible", en la que presenta a un joven e inexperto superheroe que vendría a ser el hijo de Superman de otra realidad (más o menos).

Sin embargo la serie que más le ha encumbrado como autor ha sido "Los muertos vivientes".

Vaya por delante que no soy un gran fan de las películas de zombies (vi de pequeño "No profanar el sueño de los muertos" y sufrí un shock) y mucho menos de los relatos postapocalípticos en los que la humanidad queda embrutecida. Sin embargo con esta serie estoy disfrutando como nunca.

La serie comienza, curiosamente, casi igual que la película "28 días después": el protagonista, un policía que ha sido víctima de un tiroteo, despierta en una sala de hospital semanas después y descubre que todo el mundo se ha convertido en "muertos vivientes". Comenzará la busqueda de su familia y el intento de recuperar algo parecido a una vida.

Y es precisamente en esto en lo que se diferencia esta serie de otros relatos de zombies. Aquí no hay grandes enfrentamientos heroicos contra los zombies, no hay una lucha incesante por la supervivencia, no hay una búsqueda de los motivos de la plaga o de una posible cura.
Lo que se nos cuenta son los intentos de unas pocas personas por "seguir adelante" y encontrar un sentido a seguir vivos.

Los personajes son conscientes de que el mundo tal y como lo conocían ya no existe y, probablemente, nunca volverá a existir. No hay aspiraciones de que la plaga remita, al contrario, saben que tras su muerte serán uno más de esos monstruos que les acosan.

Así los protagonistas se enfrentan a sus miedos y miserias. Los celos, la violencia, el egoísmo, la crueldad o la venganza salen a la luz; pero también la bondad, la generosidad, el amor y la amistad.

Los zombies de esta serie son meros figurantes que se arrastran parsimoniosamente alrededor del verdadero peligro: la humanidad.

La historia no está exenta de momentos terroríficos pero, curiosamente, no suelen venir provocados por los zombies: el padre que mantiene a toda su familia, convertida en zombie, en un granero esperando una cura que nunca llegará. La madre desesperada que se suicida entregándose al abrazo de un zombie. El mejor amigo del protagonista sucumbiendo a los celos y la locura. La pareja de jóvenes amantes que pactan su muerte...

Robert Kirkman consigue su trabajo más redondo (y eso que su "Invencible" es de lo mejor del género hoy en día) apoyado por unos competentes dibujantes (mucho mejor el Tony Moore del primer tomo que el posterior Charlie Adlar) en un acertado blanco y negro.

sábado, 25 de octubre de 2008

Judd, Pedro y yo

Desgraciadamente la edición de cómics Marvel en España siempre ha sido más regular y abundante que la de DC así que el nombre de Judd Winick no era demasiado conocido en nuestro país. Norma Editorial había publicado un puñado de historias escritas por él para Green Lanter y una estupenda trama en Green Arrow, para colmo su única serie en Marvel, Exiliados, no se publicaba en nuestro país (hablo de hace unos tres años). Cuando todas estas historias, aceptables pero nada excepcional para el género, fueron editadas algunos notamos una cierta fijación en el escritor: en todas ellas aparecía un personaje gay.

En mi ignorancia supuse que el propio guionista lo era y se trataba de su pequeño grano de arena por la causa de la aceptación. Pero no tardaría en darme cuenta de mi error. En todas sus biografías se hacía referencia a una obra escrita y dibujada por él que había recogido numerosos premios en la que relataba su amistad con Pedro Zamora, un joven gay al que conoció en circunstancias excepcionales.

La obra, a pesar de tanto premio y su innegable calidad, no había sido editada en castellano hasta este año y cuando la vi en el estante de mi librería favorita no dudé en añadirla a mi tocho de tíos en mallas.

La empecé a ojear y cuando me dí cuenta estaba absorto en su lectura. Hoy la he terminado y, emocionado, quiero recomendarla sin paliativos. Una de esas raras ocasiones en las que un cómic toca el alma del lector y le enriquece. Una obra con la que sacudir a todos aquellos que siguen empecinados en considerar que los tebeos son cosa de niños o un subproducto literario. Una joya.

“Pedro y yo” es un relato biográfico de dos personas Judd Winick y Pedro Zamora y cómo sus vidas quedarían unidas para siempre.

Judd conoció a Pedro en la tercera temporada del programa The Real World de MTV, una especie de Gran Hermano americano. Pedro, inmigrante cubano, tenía 22 años y era seropositivo desde los 17 años (¿podéis imaginarlo?), tras descubrir su enfermedad había abandonado todo para dedicarse al activismo dando conferencias sobre el sida.

Judd se enfrentará a estereotipos que creía no tener y trabará una amistad con Pedro que continuaría después de finalizar el programa.

En la actualidad Judd compatibiliza su carrera como guionista y dibujante con el activismo para informar sobre el sida y su prevención. Pedro ya no.
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“Pedro y yo” no es una historia sobre el sida y la homosexualidad, es una historia sobre la amistad y el amor incondicional, sobre el dolor y la pérdida y sobre la vida y la muerte. Un emocionado relato sin aspavientos ni trucos.

Escrito en primera persona le acompaña un bonito dibujo, un tanto desproporcionado y caricaturesco pero enormemente expresivo.
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Una historia que quizá, con suerte, nos haga mejores personas. Amar más la vida, a nosotros y a los demás.

Gracias Judd.
Y Gracias Pedro

Edita Astiberri

viernes, 24 de octubre de 2008

¡Va por ti, Sandra!

Sandra Palo 1981-2003

Cuando te conocí ya destacabas, el viejo barrio de ciudad dormitorio donde vivía ya casi había olvidado la algarabía de los niños jugando en la calle. Pero dos niñas pequeñas de brillante pelo rubio no pasaban desapercibidas. Tú tenías ventaja respecto a tu hermana: tu risa, ay tu risa. Despertaba las sonrisas cómplices de unos vecinos que apenas recordaban la carcajada pura de un niño. Eras flaca y tus rodillas huesudas lucían costras, medallas conseguidas en tus juegos infantiles. Pero nunca te vi llorar, siempre alegre, siempre risueña.

La suerte estaba de tu parte, como cuando un terrible accidente sólo pudo dejar leves huellas en tu carita que ocultabas con un mechón de tu rubia cabellera. No habías perdido tu sonrisa, nunca la perdiste. Ni tu inocencia, que algunos dirían debida a un defecto, pero que era tu mayor virtud.

Un día te presentaste en mi casa, tu madre cotilleaba con la mía mientras que tu jugabas con mi hermana que, triplicándote en edad, parecía tan niña como tú desempolvando sus viejas muñecas. Pero es que tu alegría nos desarmaba y sacaba ese pequeño infante que la dura realidad había ocultado en nuestro corazón. Yo leía en mi habitación pero era difícil concentrarse, tu risa desviaba mi atención una y otra vez.

Vinieron más visitas y, luego, la vida me alejó del nido paterno. Nunca volví a verte.
Pasaron años hasta que volví a saber de ti. Mi madre me llamó un día y me dijo: ¿Te acuerdas de Sandra? Aquél día la suerte miraba a otro lado.

No creo en un cielo con ángeles, pero sé que el día que te fuiste nació uno.


Y todo esto... ¿para qué?


Según parece la Blogosfera anda revolucionada, el fenómeno Blog ha tocado techo y, en lugar de aparecer como setas, su número decrece de forma alarmante. Blogs sigue habiendo a patadas pero más porque los servidores no los cierran que porque tengan alguna actividad real.

Hace años fueron los foros los que animaban la red, también los había de todos los tipos y generalmente se centraban en una temática concreta. Internet ponía los medios para que cualquiera con un mínimo de conocimientos sobre informática abriera su propio foro. Sin embargo su declive empezó con la llegada de los blogs.
El problema de los foros era que dependía en exceso de los usuarios, los administradores y moderadores, en ocasiones eran meros observadores de la actividad de los foreros. Los había más activos y solían abastecer a su foro de multitud de hilos en los que los usuarios pudieran opinar. Pero todo estaba supeditado a que los foreros aportaran su comentario o fomentaran el debate. Así, los foros con poca actividad eran facilmente olvidados y el usuario despistado que recababa en ellos huía en cuanto veía que la actividad era escasa ¿porqué añadir un comentario a un sitio donde nadie participa ya?

Con los blogs es diferente, es más un ejercicio de egolatría en el que el creador del blog vierte todo aquello que pasa por su cabeza, quizá como catarsis. Aunque hay blogs en los que no hay posibilidad de hacer comentarios y otros en los que el autor no participa en ellos (algo que me parece un tanto molesto, como si no quisiera bajarse de su pedestal para debatir con los que le leen), la mayoría aceptan comentarios lo que los asemeja a los foros.
Sin embargo lo que distingue a los comentarios de los blogs de los de los foros es su "caducidad", mientras que en los foros los temas se distribuyen en listados temáticos, subforos e hilos, en los blogs están asociados a cada entrada. En un foro tu puedes ver de un vistazo todos los temas que se debaten y elegir en cuál quieres participar independientemente de la fecha en que se pusieron, con los blogs se suelen comentar las entradas a medida que aparecen y, aunque hay gente que al descubrir un blog se pasea por todas las entradas y comenta unas u otras, por lo general se prefiere comentar las últimas ya que las anteriores parecen "antiguas".

Esto hace que un blog requiera mucho más trabajo y mimo que un foro, en un foro a medida que crece ofrece más hilos a un público potencial, con un blog si tu última entrada es de hace meses estás muerto.

También parece que otro de los motivos de la caída de los blogs es el crecimiento de las redes sociales, resulta significativo que a medida que las personas nos hacemos más reservadas y nos comunicamos menos con nuestros congéneres, por contra busquemos en la red cómo socializar con los demás creando grupos de amigos virtuales.

Así con todo, ¿qué puede motivar a un servidor a meterse en esta aventura?

En mi caso los motivos son varios, por un lado siempre me ha gustado escribir pero nunca he tenido la disciplina adecuada para hacerlo con regularidad. Por otro lado hace años tuve un foro dedicado a cine y cómic principalmente y, por los motivos que he señalado atrás, tuve que dejarlo. Allí publiqué varios textos que sólo permanecen en mi disco duro y que me gustaría rescatar. También he participado muy activamente en otro foro recientemente y poco a poco me he ido dando cuenta que echaba de menos esto de escribir.

Bueno, y también como ejercicio de egolatría y catarsis.

Así espero poder mantener este blog por el máximo de tiempo, mientras tenga algo que contar, cosas que sacarme de la cabeza o que desee compartir.

Por vuestra parte no pido nada, no me voy a preocupar por el número de visitas o comentarios y estos no van a hacer peligrar la continuidad del blog. Sí, hay un contador de visitas pero no me voy a agobiar por ello.

Al que quiera comentar algo que lo haga, tengo poca tolerancia a los trolls y tampoco voy a entrar en debates estériles por lo que sean meras opiniones mías, pero sí que me interesa saber vuestra opinión sobre lo escrito.

He visto blogs que crecían y evolucionaban pareciéndose poco a lo que eran en un principio y me parece genial, no quiero restringirme a un tema en concreto y, aunque hablaré mucho de cine, TV y cómics también quiero poder expresarme libremente.

Espero que os guste y, si no es así, ahí tenéis los comentarios para expresaros.

jueves, 23 de octubre de 2008

Películas lentas.

De vez en cuando oigo decir a la gente: "Vaya rollo de peli. Es lentiiiiisima".
Esta expresión me hace mucha gracia, no hay películas malas por ser lentas, sólo espectadores impacientes y mal acostumbrados.

Desgraciadamente el cine actual (y no hablo sólo del cine de acción y otros géneros) ha mal acostumbrado al espectador a base de la estética del video-clip y del zapping, en la que a base de un montaje sincopado y continuos movimientos de cámara pretender dar la impresión de que ocurren muchas cosas cuando realmente apenas pasa nada.
Voy a poner un ejemplo: Imaginemos la típica escena del duelo en el salvaje oeste. Tenemos al forajido y al sheriff frente a frente. Ambos desenfundan y el sheriff abate al malo.

En un film de factura clásica (no necesariamente ha de ser antiguo, existen directores modernos con estilos clásicos) se vería un plano general de ambos contendientes. Un primer plano de las caras de ambos y otro plano general de varios segundos hasta que ambos sacan el arma y el malo cae.

En un film de factura moderna se vería un plano general de ambos, un primer plano de sus caras, un plano detalle de sus cartucheras, un plano en el que los dos calientan dedos, un plano detalle de sus ojos, un plano detalle de sus bocas tensas, un plano detalle de una gota de sudor que cae, dos planos casi simultaneo de sus manos desenfundando, un plano detalle del fogonazo del disparo, un plano de las caras de ambos con cara de póquer, un plano detalle en el que se ve una mano echarse a una herida mortal, un plano detalle de unos ojos de sorpresa y finalmente caer al malo en ralentí.

La primera secuencia dura 20 segundos, la segunda 3 minutos. Pero el espectador mal acostumbrado dirá que la primera es más larga y se hace lenta.

Repito que esto es por la nueva estética del zapping, contar lo mismo (generalmente menos) en el máximo tiempo y que parezca lo contrario.

Otras veces la gente critica algunas películas por lentas, ya que según ellos "no pasa nada en tres horas".

Por citar un caso pondré de ejemplo la película "Lo que queda del día". Yo aún recuerdo a gente diciendo exactamente esa frase al fin de la proyección.
Resumiré el argumento (que conste que hace más de 10 años que la ví por última vez y sólo la he visto 2 veces, la primera en el cine):
La película nos cuenta la historia de un mayordomo (Anthony Hopkins) y un ama de llaves (Emma Thompson) a lo largo de más de 20 años, en los que ambos (él por su estricta educación sobre guardar las apariencias y esconder los propios sentimientos, ella porque espera que él reaccione contra sí mismo) se niegan el amor que se profesan hasta que el destino les separa finalmente. Además se nos narra las diferentes situaciones a las que debe enfrentarse el mayordomo al estar su propio padre bajo su cargo con una más que apreciable falta de capacidad por una enfermedad que le llevará a la muerte. Y la historia de su "Amo" que se ve tentado por el espíritu del incipiente nazismo en Europa y que le llevará a un final indigno.

La película tiene momentos memorables, como cuando el ama de llaves encuentra al mayordomo leyendo un libro que luego intenta esconder, ella bromea y se burla pensando que es una novela "verde" para luego descubrir que es una novelucha de amor (con lo cual se dá cuenta que bajo su inexpresiva fachada yace un corazón sensible y ávido de amor ¡toma ya frasecita!). O aquella otra secuencia cuando tras una caída deben llevarse al padre del mayordomo a su habitación y este permanece impasible mientras atiende una cena de su amo con todo tipo de nazis, y cómo continúa incluso cuando le notifican que su padre ha muerto.

Vamos, que no se cuenta nada en tres horas.

El problema es que la gente tiende ha estar acostumbrada a historias ligeras sin apenas argumento pero con una fachada rimbombante y olvida lo que es ver una historia que realmente nos haga pensar y sobre todo SENTIR.

Debemos aprender a ver películas no solo por lo que nos cuenten sino por lo que nos hagan sentir.
No todas las películas que la gente tacha de lentas cuentan grandes historias, también están las que sólo pretenden hacernos sentir cosas (dolor, alegría, tristeza, ira).

Una película como "París, Texas", que dura casi tres horas, en las que apenas hay diálogos, en la que realmente no pasan muchas cosas. Es un pequeño clásico moderno. El motivo: durante todo el metraje el espectador se pregunta qué le ocurrió al protagonista para acabar vestido con un traje, medio muerto, mudo y prácticamente autista en medio del desierto. La historia avanza a base de pequeñas revelaciones o detalles (o incógnitas sin desvelar) pero en una avalancha de sentimientos (dolor, culpa, comprensión y finalmente perdón).

Tampoco hay que remontarse a tochos de James Ivory o Wim Wenders, baste con revisar cualquier clásico (desde "Casablanca" o "Ciudadano Kane" a "Gilda" o "Retorno al pasado"), para darse cuenta que el RITMO de dichos films nada tiene que ver con el de las películas actuales, y acusarlas de malas por tener un ritmo más pausado es algo erroneo, una película lenta puede ser buena o mala, pero no será mala por ser lenta sino por su calidad.

Mi consejo: revisitar los clásicos, ver las películas con el corazón y la cabeza, no sólo con los ojos e intentar comprender qué ha querido decir el director con esta o aquella secuencia que no hay quién entienda.

Presentación


Pues ya está liada.
Aquí estoy en esta mi primera experiencia en el mundo de los blogs.

¿Qué voy a ofrecer? Nada con lo que combatir a los miles de blogs que pululan por la red. Sólo yo, mis filias y fobias y la intención de que esto no decaiga y pronto adquiera su propia personalidad.

Dada mi afición al cine y el cómic es probable que tengais que soportar mis comentarios habitualmente sobre películas o tebeos. También mis quejas sobre esto y aquello. Pero, sobre todo, intentaré que esto os sea lo más soportable posible. Que el humor prevalezca, que la vida ya es bastante sórdida. Y que vuestros comentarios enriquezcan el blog.

No dudéis en escribir y, si queréis que un texto vuestro aparezca en el blog, mandadlo a mi mail que si lo merece, aparecerá como firma invitada.

Os espero.